¡EUREKA! LO ENCONTRÉ
Llevaba tiempo buscando por León un lugar para comer bien y quedar satisfecho, anduve por los sitios más afamados, por las bodegas de los alrededores (me queda probar una, pero es EL CAPRICHO), por … ; y no encontraba nada que me convenciese definitivamente salvo a mediados del año pasado que disfruté de un excelente bacalao en un restaurante que no volvió a abrir después de las vacaciones, en otras ocasiones las experiencias fueron incluso malas.
A principios de este año, después de estar con mi madre ingresada en La Regla salí a comer algo sin pretensiones para luego volver a visitarla, giré a la izquierda y bajé hacia una puerta en la muralla de León casi adosada a la fachada norte de la Catedral y en una casa de ladrillo visto, con un pequeño rótulo, encontré un restaurante que destilaba sobriedad y “algo más”.
Entré en el Restaurante Delirios, me recibió un camarero (luego me enteré que era de Páramo del Sil) y los detalles me indicaron que estaba a punto de encontrar ese “algo más”, ese lugar para comer y disfrutar.
Lo que iba a ser una comida sin pretensiones se convirtió en una deliciosa experiencia gastronómica a base de un fabuloso aperitivo triple ofrecido por la casa de sublimes sabores, siguió con un Arroz meloso de pulpo a Feira en el que se podía disfrutar de todos los sabores de los ingredientes que lo componían, y para rematar un Lomo de bacalao al pil-pil justo de sabor y de sal, menú que merecía “algo más” y se alargó con su correspondiente Whisky Macallan malta reserva 12 años y un Montecristo del número 2 Pirámide (tipo torpedo).
Volví el pasado día 6 con mi mujer y el resultado fue igualmente delicioso.
Hasta en mi mente cambio el nombre del restaurante, Delirios por Delicius.
En esta web podéis saber su localización, su teléfono para reservar mesa, su corta historia de meses, sus socios, etc.
El “culpable” de esta satisfactoria y deliciosa experiencia gastronómica es Javier Rodríguez Martínez, jóven cocinero pero con una experiencia dilatada que ha sido forjada a partir del aprendizaje y del trabajo realizado en años anteriores junto a varios maestros de la gastronomía de nuestro pais como Carlos D. Cidón; Noé Domíngez o Javier Fernández Sevilla del Restaurante Vivaldi y Restaurante Cidón, en León; Mario Sandoval Huertas, Restaurante Coque, en Humanes de Madrid; Paco Roncero Restaurante la Terraza del Casino, en Madrid, y una estancia más corta en contacto con la gastronomía del Pais Vasco.
Muchas gracias Javier por hacernos disfrutar de tus platos y te auguro y te deseo “viento de popa” para vuestra aventura gastronómica, para vuestro restaurante, para vuestro negocio, para vuestra “locura”.
Espero que todos mis lectores que lo visiten les ocurra lo mismo que a mí y nos lo cuenten insertando sus comentarios en esta entrada.
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ULTIMA EDICIÓN, 25 de febrero de 2010
COMER PARA VIVIR O VIVIR PARA COMER
La primera afirmación es obvia, la segunda es una obsesión lo cual también es indudable.
La opción más saludable es, por tanto, COMER PARA VIVIR.
Pero se me plantea un nuevo dilema:
COMER PARA ALIMENTARSE O COMER PARA DISFRUTAR
Desde luego todos los animales tienen que comer para alimentarse, pero los racionales, los humanos, es decir nosotros, podemos elegir (a veces) nuestro alimento y su preparación para que además de su función nutricional nos aporte “algo más”, un goce, por tanto, COMER PARA DISFRUTAR o GOZAR CON LA COMIDA.
Si hacemos un silogismo, una regla de tres, o algo parecido con las dos frases elegidas, obtenemos VIVIR PARA DISFRUTAR o GOZAR DE LA VIDA.
Y una buena comida cumple las expectativas de las frases anteriores.
Pero, ¿qué es una buena comida?, contestaré: ¿Y quién lo sabe?, yo solamente puedo recurrir a mis experiencias y pensar que algunas de ellas cumplen con los requisitos para GOZAR DE LA VIDA.
En otro de mis blogs, en uno de sus apartados, http://caboalles.wordpress.com/panda-de-fartones-2009/, se relata la tradicional comida que celebramos en la braña de nuestro pueblo unos cuantos amigos, ágape en el que se incluye invariablemente un pote de berzas y patatas con el correspondiente compango que hace las delicias de todos los presentes, al menos ninguno protesta, bueno yo …, yo no suelo comer pote no me da más por él; pero ese día el pote lleva un ingrediente añadido que ningún cocinero o cocinera puede añadir a sus preparados, es un ingrediente llamado amistad, y el sabor de la amistad adereza de tal forma el pote que ya puedo considerarlo un manjar.
Este es uno de los ejemplos de VIVIR PARA DISFRUTAR.
Otro de los ejemplos es el relatado más arriba y referente al Restaurante Delirios de León.
Por cierto, ayer estuve en León, fui a buscar el resultado de unas pruebas médicas en el Complejo Hospitalario de León, concretamente de digestivo, y no debió de ser tan malo, cuando me mandan pasar otra vez por su “ITV” dentro de cinco años, más demora en el tiempo que a un coche nuevo.
Esto me animó, y reconozco que para estas cosas estoy siempre animado, a intentar GOZAR DE LA VIDA una vez más, así que se impuso una nueva visita al Restaurante Delirios.
Lo encontré en el mismo sitio, me recibió el mismo camarero, Luis de Páramo del Sil, pero … ya no tenían la misma carta, ¿bien o mal?, ¿mejor o peor?, para mí un afán de Javier, el cocinero, de deleitar a sus clientes con nuevos platos, y eso hay que agradecérselo, y yo se lo agradecí disfrutando con todos mis sentidos (no tenía el ingrediente de la amistad para mixturar los sabores) de un excelente menú a base del triple aperitivo, un arroz negro y unas croquetas de manitas de cerdo deshuesadas con langostinos, y no voy a ponderar dicho menú, me limitaré a decir que volví a GOZAR DE LA VIDA con ese “algo más” que se añade en este Restaurante, y el que quiera saber qué es ese “algo más” no le queda más solución que probar.
El vino fue un Jaros 2004 crianza de Ribera del Duero, escogido por mí, tal vez un poco fuerte para los platos elegidos, posiblemente debería haberlos combinado con uno de los Godellos que aparecen en la carta, opción que también había sopesado.
Para el próximo goce.
¡Ah! Me olvidaba, el café con el surtido de galletas, de lujo.
VIVIR PARA DISFRUTAR
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